Últimamente se está creando un debate sobre la nueva Ley de Educación, tanto en los medios de comunicación como en el sector educativo, pero poco se ha hablado de las herramientas digitales cada vez más utilizadas. Estos instrumentos no sólo constituyen una herramienta importante para el personal educativo, sino también una importante herramienta en el proceso de formación de los alumnos. Hemos sustituido en gran medida el antiguo cuaderno y el lápiz por ordenadores y plataformas digitales, o mejor dicho, Cromebook y Classroom. Y es que en abril se publicó el acuerdo entre el Departamento de Educación y la multinacional Google para que en los próximos cuatro años las hijas y las hijas puedan utilizar gratuitamente los instrumentos de esta empresa en la educación. Pero, ¿cómo puede una empresa ofrecer un servicio gratuito y mantener las instalaciones de miles y miles de dólares para poder ofrecerlo? O es muy altruista, o sale de otro sitio.
Hoy no vamos a entrar demasiado en el análisis de la financiación de las grandes empresas digitales, pero tendremos en cuenta, por un lado, que cuando estamos utilizando estas herramientas reciben nuestros datos y, en el caso de la educación, en el caso de los menores, los datos de lo que les gusta, de lo que hablan, de lo que hacen ante un ordenador… y que luego se les devuelve como publicidad cuando utilizan servicios como Google. Por lo tanto, y en pocas palabras, estamos hablando de un gran mercado de menores.
Hoy vamos a contar con nosotros dos experiencias para escapar de este círculo vicioso y asumir el control sobre los instrumentos que se utilizan en la educación. Ambos son diferentes, pero ambos tienen en común que la responsabilidad sobre los instrumentos educativos que se utilizan sea a través de una plataforma online o de los ordenadores que utilizamos en las escuelas. Es decir, sustituir los Classroom y los Chromebooks por otros instrumentos libres, sin menospreciar el nivel de calidad de la educación.
En primer lugar conoceremos la experiencia Digital Democratic (DD) que se ha desarrollado y puesto en marcha en Barcelona, un proyecto surgido de la preocupación de un grupo de padres por la disponibilidad de los datos de sus hijos a partir de la escolarización y desarrollado conjuntamente con la red Xnet con la ayuda del Ayuntamiento de Barcelona, de la mano de Cecilia Bayo. A continuación conoceremos la experiencia de la ikastola de Donibane de la mano de Eder Etxeberria.
Cecilia Bayo es licenciada en Ciencias Sociales y ha realizado masters en la formación del profesorado de Historia y Secundaria. Ha desarrollado su carrera profesional en gran medida en la comunicación editorial y es miembro de la red de padres que trabaja con el colectivo Xnet. Este colectivo trabaja la privacidad de los datos y la digitalización democrática de la educación y han desarrollado un proyecto piloto a partir de la iniciativa de la sociedad civil organizada.
Ahora le toca el turno a Eder Etxeberria para explicarnos el proyecto Txikilinux XiLaBa que pusieron en marcha en febrero en la ikastola de San Juan de Luz para formar a los niños en herramientas libres. Recuperan los ordenadores dados de baja y ponen a disposición del alumnado aplicaciones educativas para trabajar las competencias interdisciplinares básicas que marca Heziberri 2020. Eder Etxebarria Rojo es un bilbaíno y profesor del liceo Etxepare de Baiona, afincado en Urruña. Tras los estudios económicos ha trabajado durante 10 años en diferentes bancos. Hace 4 años dio el salto a la enseñanza. Pandemia le dio la oportunidad de conocer Linux y desde entonces se ha convertido en un apasionado del software libre. En febrero de este año ha llevado a cabo el proyecto «Txikilinux XiLaBa» en la ikastola de San Juan de Luz.